"Todo empezó con Cata, mi hija mayor.
Cuando era chiquita y se enojaba, descubrí que un cuento podía transformarlo todo.
Un cuento tenía el poder de calmarla, de hacerla reír, de invitarla a soñar.
Y también, sin darme cuenta, tenía el poder de guardar un recuerdo.
Porque los cuentos que inventábamos hablaban de nuestras vidas, de momentos que vivíamos juntos, de cosas reales y de otras imaginadas… pero que, al contarlas, se volvían parte de su historia y de la mía.

Algunos cuentos nacieron para capturar esos momentos únicos.
Otros, para ayudarla a entender lo que sentía, a ponerle palabras a sus emociones, a atravesar miedos, enojos o inseguridades de una forma amorosa.
Y muchos otros, simplemente para divertirnos juntos, dejarnos llevar por la imaginación y explorar mundos mágicos que inventábamos en cada abrazo antes de dormir.

Así nacieron los primeros Cuentos y Aventuras de Cata.
Los escribí para ella, para no olvidar.
Para que el día de mañana, cuando sea grande y quiera saber cómo era su infancia, tenga algo más que fotos.
Tenga palabras, emociones, escenas, risas, sueños.

Después llegó Feli, su hermanita.
Y con ella, una nueva fuente de ternura, aventuras y cuentos por inventar.

Hoy, los libros que nacieron de nuestras noches de cuentos ya tienen nombre, tapa, dibujos, y llegaron a manos de otras familias.
Y eso… eso me emociona profundamente.

Porque si un solo cuento de los nuestros logra que vos abraces más fuerte a tu hijo o hija, o que encuentres una nueva forma de conectar, entonces todo esto tiene aún más sentido.

Gracias por estar acá.
Gracias por leer.
Gracias por acompañarme a cuidar estos recuerdos que, con forma de cuento, quieren quedarse para siempre.

— Matías".